domingo, 30 de diciembre de 2007

IGNACIO CORSINI, el otro Gardel? por el Prof. Gustavo Issetta


Este italiano que murió en 1967 se inició a los espectáculos en los circos. Con giras al interior del país con un éxito notable. El mágico de los Podestá lo cuenta un tiempo entre sus filas. Obviamente era una especie de actor-cantor. Y fue en el Teatro Politeama dónde luego de muchas representaciones fue nombrado primer actor y “galan”. Dicen las crónicas que la obra cumbre fue “El bailarían del Cabaret”. Pero no se quedó ahí tanto óleo sagrado, sino que inició nuevos caminos en otras compañías. La música y el teatro unidos en Corsini eran el éxito de la época. Y los temas aquellos, de la injusticia en el medio rural, de los gauchos famosos que por defender a los suyos hasta se hacían matreros perseguidos por la “justicia”.
En 1928 sin embargo puede más su lado cantor. Aprendió del teatro las formas interpretativas de la emoción de las letras. Le sirvió y mucho. Y es entonces que en el teatro Astral se inaugura así mismo como cantor neto. Hablamos de Corsini y hablábamos de milongas camperas – “La pulpera de Santa Lucía” por ejemplo- temas y música gauchesca que Carlitos también interpretó con éxito.
Y Corsini muy despacio comienza a incorporar la milonga de ciudad a su repertorio.
Y hay un éxito rotundo: cantar nada mas y nada menos con Francisco Canaro en la obra La Canción de los Barrios de Ivo Pelay.
Tuvo un apodo o un perfil diríamos en el tiempo y la distancia. Se le llamó El Príncipe de la Canción Porteña. La radio por supuesto lo tuvo en sus estudios, el campo se alegró de escuchar esos sones casi payadorescos. Y el cine supo darle el lugar de los triunfadores.
Para 1949, desaparece de la escena. Dejó muchas, muchísimas composiciones. Algo así como 642. Cuando Gardel abrazaba a los rubias de New York y desparramaba su sonrisa en más latitudes su presencia casi, casi, casi similar – por los temas y esa tendencia a la canción después de haber dejado la milonga neta- pareció suplantarlo. Pero es evidente que siguió otra vía muy distinta. No teniendo el “ángel” de Gardel y esa sonrisa eterna que aún nos cautiva no ocupó su lugar sino uno paralelo. Vemos en Corsini en cambio una melancolía, y no solo la vemos en sus fotos, sino en su voz y temas. El otro Gardel, no se pierde en la noche de los tiempos, sino que engrosa la galería tanguera por ser uno de sus interesantes constructores.

UNA CENTEYA EN LA NOCHE Prof.Gustavo Issetta


Acaso la poesía miente, como decía el filósofo alemán aquel de los bigotes profusos. Pero no hay nada mejor que creer con todo. Porque en la frase de Holdering “el hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando se despierta” está parte de la historia humana. Sueños, realidades, realidades y sueños. He aquí, la importancia de la poesía. Que nos marca momentos. Que nos conduce al despertar. A la impronta de la pregunta borgeana “ estoy soñando o estoy despierto”. Y uno de esos poetas profundos, fue Julián Centeya en lo que al tango respecta. Se llamó en realidad, Amleto Enrique Vergiati y nació en Italia, como muchos tangueros de verdad. Perteneció al Grupo Boedo famoso, que disputaba con Florida los estilos culturales. Borges dijo que fue una broma, y Freud que “El chiste no existe”. Y de Boedo pasó al lunfa sencillo pero decidor. Fue un anarco sociable. Estuvo en el diario Crítica, El Mundo y otras menores. Hizo letras de tango, libros. El “delfi” le puso musica a muchas de ellas. Estuvo en radio y televisión. Se encuentra con Troilo en el tema “La vi llegar”, se la cantó Marino en 1944 – epoica de oro en todo- Mauré le grabó Claudinette con la orquesta de Darienzo. De prosa dura, palpitante, apocalíptica utilizaba como universo las mesas de café con otro poetas como Julio Cantuarias – mi abuelo- autor del Tango Padrino Pelao y otras tambien con música de Delfino. Les recomiendo sus poemas recitados por el mismo. Hay uno “maquina descompuesta”. Crudo, terrible, agridulce y procaz, nos lleva a los laberintos de la prostitución de antes, de muchos brazos y cabezas. De códigos humeantes, de malevos y pipiolos enjutos, en la penumbra del zaguán arreglando con el pibe en su debute. Escucharlo es como sentir las pinturas de Quinquela. Donde el puerto crepita su hombría a las patadas, en la soledad y en la esperanza del arrabal. Hay otros poemas de él casi indescifrables, indecibles hasta para el más surrealista. La palabrota como le dicen los que hablan bien en publico y hacen mal a escondidas, te cala los huesos, te desarma el momento, te achica. Porque te nombra el nombre verdadero de las cosas o las cosas que hacen las personas. El arquetipo, diría Borges en su poema El Golem. Pero hay uno “Mi viejo” que te destruye. No solo están el viejo italiano, sino su trabajo, su sueño, su muerte y la pregunta del “dónde estará”, el recuerdo del perro, de la familia que cabía en un “cuore” gigante. Centeya fue una estrella en la noche, si, pero su misión fue llamar la atención sobre la larga noche del arrabal. Por oposición.

ENTRE MILONGAS Y PAYADAS por el Prof. Gustavo Issetta


NO ARRUGUE, QUE NO HAY QUIEN PLANCHE.

Los mundos paralelos tienen la fuerza de la evolución. Darwin ya lo había dicho. Dos cosas que nacen al mismo tiempo pero en distintos lugares, pero que llegan al destino final. El gaucho cultivó el arte de la payada. Martín Fierro, en la epopeya de José Hernández lo ubica como un eje difusor de valores populares. No es para menos. Es el bardo nacional. El ojo que ve. El caminante que al descansar cuenta lo que vivió y sintió. Pero la ciudad avanzó sobre el campo, en todos los aspectos. Y en uno, que es el que no interesa lo transformó sin perder su esencia. Y es así, que la payada se hizo urbana. Y son muchos los que adoptan éste estilo. Hay auditorios repletos. Hay lugares subterráneos. En ellos la poesía campera se enaltece ante la mente, la voz y la guitarra, que conforman la payada. Y en el mismo espacio urbano, crece una musica que se baila al compás de pequeñas agrupaciones que ejecutan musica. Hay lucha entre estos dos mundos. Claro. Dos mundos. Dos culturas. En el fondo dicen lo mismo. Pero las diferencias se notan por los tiempos en que ambas se acunaron.
Y como la historia aborrece del vacío, para 1890 – año de crisis, del nacimiento de la UCR, de Além- se impone un nuevo perfil, el del payador urbano. ¿Síntesis o nacimiento? El gaucho era un caminante, el payador urbano es un artista con indumentaria acorde a los tiempos. Recorre pueblos lejanos. Está en la arena de los circos. Clubes. Teatros pobres. Y cobra, por cantar. ¡Que diferencia con los gauchos que estallaban su arte entre las carretas o en lo fogones!. Ahora es el almacén de la ciudad, esa especie de nueva pulpería. Cambian los temas, lo argumentos, las letras enteras. Atrás quedaron los cielitos y las vidalas, era tiempo de milongas. Se contestaba a dos versos en las payadas llamadas “a media letra”. O las con “eco” dónde la palabra final de uno era la primera del otro. A esta altura hay que mencionar a Don Gabino Ezeiza, Nemesio Trejo, José Bettinoti, Higinio Cazón como los más grandes. Y fijese que interesante, si el payador gaucho denuncia las injusticias o endulza al caudillo o a un partido político, el de la ciudad insulta, satiriza o ensalza al progreso. Mientras tanto, el otro mundo paralelo, el del tango, siguió su marcha profunda por las calles de la ciudad. Ojo, el tango danza, no se habla aún. Se resiste. Las letras están en poder de los payadores, que al toque nomás, siguen un camino más parejo. Entre tanto – y esto forma parte de las defensas del tango- sigue un camino “criollo”, es decir, con un ropaje telúrico. Recordamos El Choclo. La Morocha. La Indiada, la trilla, la montura, el estriubo. Mate amargo. No en vano Villoldo, antes era payador. Hay cientos de fotos de tangueros, vestidos de gauchos. Hasta el mismo Gardel. Bettinotti estrena “Versos del Arrabal” . En suma. La Milonga y los gauchos están unidos en eso de los caminos que se bifurcan, siguen siendo los mismos caminos. La frase de Higinio Cazón “no arruge que no hay quien planche” nos dice a las claras de la zona neutra que une y separa al tango del folclore. Para delicia de Nelly Omar por ejemplo.

LA ETERNIDAD DEL TANGO por el Prof. Gustavo Issetta


Cuando hablamos de eternidad, los seres humanos, nos sentimos pequeños. Como ajenos. Como efímeros. Es cierto. Pero es la Cultura, en su manifestaciones, la que nos permite supervivir en el tiempo y los espacios. Requisitos que, cumple el Tango desde sus oscuros inicios, cuando muchas naciones vinieron a dar con nuestra querida Patria. Desde la danza hasta el mismo bandoneón, jirones de pueblos supieron amalgamar ritmos y poesías. Y otra. El Tango fue lo suficientemente plástico, como para convivir con cuanto ritmo surgiese -jazz,boleros,foxtrot,etc-porque al acompañarlos,él siempre estaba.Aún hoy, con nuevos instrumentos electrónicos, conserva su esencia -tal vez una de las pocas manifestaciones culturales que posee esencia, más allá de la existencia del hombre que cambia-La eternidad de Tango se conjuga en epocas: el año 30, Gardel,los años 40,las grandes orquestas, los trios, los cuartetos,la milonga, el tango canción,los café, las fondas, etc. Son como mojones en el tiempo que comunican caminos que recorre una y otra vez, la cultura nacional. Nuevos cantores, o viejos, proyectan historias de 3 minutos, como dice el Ing. Carlos Morroni. Poesias extremas que nos hablan de la existencia humana, en todos sus vaivenes y matices. Dolor, alegria,amistad,desconsuelo,la muerte, la alegria fácil y la felicidad tan dificil. Y cuando decimos eternidad no decimos tristeza.¿Cómo podríamos definir si la verdad es triste o alegre? La verdad es lo que pasó o lo que és. No tiene labios, ni ojos. Es. Como el Tango al escucharlo.Es.